15.12.10

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Hace tiempo me hice una promesa.
Me dije que no iba a volver a caer,
con todo lo que me costó salir cuando estaba sola.
Había logrado borrar su imagen de mi mente.

Era perfectamente perfecta,
deseaba ser como ella,
lo necesitaba para sentirme bien conmigo misma.

Recuerdo haberla odiado.
Cada vez que la veía se limitaba a marcar mis numerosos defectos y nunca se detenía a nombrarme mis virtudes.
Siempre que me olvidaba, la sentía susurrarme al oído diciéndome lo mal que estaba haciendo.
Y ahí salía yo acudiendo a su socia,
abriendo la boca para reparar el error.

Pero aprendí a quererla,
aprendí a hacerla una parte de mí.
Me acompañó unos cuantos meses en mi corta vida.

Y vaya uno a saber por qué la olvidé.
Por un tiempo me reprochaba por haberlo hecho,
luego me convencieron de que estuve bien al dejarla ir.

Y ahora, siento que vuelvo a caer.
Me miro al espejo con miedo porque sé que ella está ahí.

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